martes, 4 de octubre de 2011

Lindo trabajito

Sábado a la tarde. Caía el sol. O por lo menos era la hora de la caída, porque una gruesa y morruda tormenta eléctrica ennegrecía el cielo. Recién había llegado de un Remate de Reproductores en Lobería. Teléfono.
-¿Jorge?-
-¡Sí! ¿Qué tal María?-
-¡Mal! Recién recorrí con mamá las vaquillonas, y hay una que no puede parir-
-¡….! ¿Y la tenés encerrada?-
-¡Nó! Anda suelta en el cerro. Tal vez la puedas enlazar-
-¡….! ¡Bueno! Salgo en un rato para allá-
Llegué ya de noche. Se oían truenos y se veían relámpagos al por mayor. Como corresponde, la enlacé en el primer tiro, pero la futura mamá, una vaquillona negra de unos 400 kilos, pegó un salto y salió disparando entre las piedras, sin darme tiempo a nada.
Después de correrla un buen rato conseguimos llevarla a un rincón. Ahí me largué al suelo, prendido de la cuerda, pero la bandida me arrastró casi 50 metros y no la pude parar. Además empezaron a caer las primeras gotas. La verdad es que pensé que no iba a poder.
Por suerte en el tercer intento, logré agarrar la soga de nuevo, y la tipa pasó por detrás de la camioneta haciendo que el lazo quedara apretado debajo de la rueda y por fin conseguí dominarla.
Después hubo que voltearla, preparar todo y sacar un lindo ternero negro. Pero eso fue un trámite.
Cuando nos despedimos en la tranquera, ya el viento y la lluvia castigaban con rigor, pero me volví contento a casa. Un lindo trabajito.

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